Aunque el actual concepto de cardiología puede considerarse de reciente formulación, el estudio de la circulación sanguínea y del corazón data de muy antiguo. En el siglo IV a.C., Herófilo de Calcedonia fue el primero en distinguir entre arterias y venas, y observó además que sólo las primeras latían. Su contemporáneo Erasístrato de Quíos trazó el recorrido de arterias y venas observable a simple vista, pero creyó que a través de ellas circulaba aire. Ya en el siglo II de la era cristiana, Galeno demostró que las arterias contenían sangre y estudió la circulación sanguínea. No obstante, su interpretación resultó errónea, ya que consideraba que el corazón era el responsable de la respiración y que la sangre atravesaba el tabique de separación intracardiaco.
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